domingo, 5 de junio de 2011

¿Escribir es sinónimo de comunicar?

La mayor parte de la gente cree que escribir bien es sinónimo de comunicar bien, sin embargo son dos actividades con una finalidad y un ethos distintos.

Pareciera que el arte de escribir no implica necesariamente una comunicación eficaz, ya que ésta sería el fin último de aquella actividad, o por lo menos, mucho de lo escrito y de lo publicado no parece buscar la efectividad.

Pero, ¿a qué llamamos tal vez un poco ambiciosamente “comunicación eficaz”? En mi opinión es aquella que logra cumplir con su fin último, es decir la que consigue concretar la finalidad de un texto, el “para qué” de su construcción.

Simplificando, si todas las preguntas (¿qué? ¿para qué? ¿a quién? y ¿cómo?) que se plantea un texto escrito son respondidas, ese texto habrá comunicado.

Según mi experiencia, para conseguir la eficacia es básico pensar en el lector o posibles lectores, porque toda la estructura dependerá de cuánto sea capaz de imaginarlos. Cuando hablo de estructura, me refiero a todas las estrategias que pondré en juego como emisor para que mi mensaje llegue sin obstáculos, limpiamente, al receptor.

Si quien escribe y quien lee un texto pone en juego todas sus competencias, en el proceso de emisión y en el de desciframiento, ese texto se convierte en comunicación, y sobre todo, en una comunicación eficaz, en la que tanto el escritor como el lector se sentirán satisfechos, porque cada uno habrá participado para conseguir ese resultado.

domingo, 1 de mayo de 2011

De escritores: Ernesto Sábato ha muerto a los 99 años


Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas.

Este blog parecerá la página de obituarios, pero hoy necesito hacer desde aquí un humilde homenaje, un agradecimiento, no sólo al escritor, sobre todo a un intelectual íntegro, que al que como a Unamuno, le dolía su país.

¡Qué palabra tan poco usada en estos días! La integridad, como sinónimo de coherencia y honradez, no suele calificar ni a los artistas, ni a los intelectuales.

Sin embargo, no encuentro otra para hablar de Sábato, quien supo hacerse cargo de la dura misión que le deparó su tiempo: presidir la comisión investigó los crímenes de la dictadura militar y elaborar el informe final, Nunca más.

Y digo, que fue un intelectual o un artista, porque su obra literaria está ensamblada en ese marco, como la pintura a la que se dedicó en los últimos años.

Tanto en Sobre héroes y tumbas, como en el Informe Sábato, como en los ensayos y artículos periodísticos, se dedicó a reflexionar y a hacernos reflexionar sobre Argentina, sin permitirse ni permitirnos concesiones. Tarea nada fácil, para alguien que vivió y escribió en nuestro remoto sur, en un tiempo trágico y caótico.

domingo, 20 de febrero de 2011


De escritores: Borges 25 años de su muerte

Una fría mañana de invierno la radio nos anunciaba la muerte de Borges en Suiza. Ya no hablaríamos más del “viejo” como se le decía en los círculos literarios y en la facultad de Letras. Era una segunda despedida, anunciada y presentida a partir de su viaje a Ginebra, pero nadie creía sinceramente que Borges se nos iba a morir, porque ya era parte de nuestro destino no sudamericano, sino porteño.

Sin embargo, para mi generación su voz y sus gestos perduran en sus poemas, en sus cuentos y en sus ensayos, a los que volvemos cada tanto para recuperar una escritura cargada de sentido, que se reconoce como fondo de nuestros propios textos.

Y aunque él decía que la pequeña vida de un artista se perdía en sus obras, todavía hay gente que vuelve una y otra vez sobre sus opiniones políticas o sobre tal o cual acto público, porque es más fácil juzgarlo que perderse en sus laberintos, o mal que mal, intentar leerlo.

domingo, 6 de febrero de 2011

De escritores: Paul Auster y sus historias dentro de la historia


Leer a este autor neoyorquino es convertirse poco a poco, a medida que avanza la novela, en un vecino de Brooklyn que también quisiera tener una cita con la MBPD o con una cena con Nathan y su sobrino, es decir, ser un personaje más en ese mundo aparentemente anónimo del barrio.

Uno se pregunta a medida que avanza en la lectura; ¿es el azar el determinante de nuestras vidas? ¿No existe un destino predeterminado? Porque la novela comienza con un protagonista derrotado de antemano, un antihéroe americano en el mejor sentido de la palabra, porque Nathan piensa que ya le queda muy poca vida interesante y paradójicamente, su vida se vuelve interesante cuando deja de interesarle y pasa a ser interesante para el lector.

Confundir y mezclar vida y literatura parece ser una parte inevitable de nuestro curioso oficio de escritores y en este caso, tal como dice Auster, la literatura se convierte en refugio y en alivio de males ancestrales para la tragedia de vivir en un mundo gobernado por fuerzas aparentemente más irracionales que las del arte.